Los he mantenido, los he criado y al final los he sufrido. Durante tiempo fueron pacíficos, criaron y de repente empezaron las peleas, un día me encontré a una hembra destrozadita detrás del calentador y el macho no la dejaba moverse, hasta para que pudiera comer tenía que separar al macho con el truel, para mi era un suplicio, así que terminé regalándolos por separado. Se me quitaron las ganas de volver a tenerlos.