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Jabalíes, corzos y osos por la ciudad... Los animales se 'mudan'

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Gabri:
Un oso por las calles de Ventanueva (Asturias). Un corzo correteando por el centro de Valladolid. Cabras en una plaza de Chinchilla, en Albacete. Con la Humanidad en cuarentena, la naturaleza recupera lo que es suyo. Las medidas sanitarias contra la pandemia del Covid-19 han sacado de la ecuación a vehículos, ruidos y contaminación. Y la fauna vuelve a donde un día estuvo: los núcleos urbanos.

En las últimas semanas, han sido múltiples las imágenes de animales que, de buenas a primeras, se dejan ver donde antes era impensable verlos. No era tan raro que algún jabalí desorientado o falto de alimento abandonase el campo y apareciese entre las casas de algún pueblo. Pero lo que ahora ocurre es que algunas especies salvajes recorren a su aire las calles desiertas de grandes ciudades.

El último caso ha sido el de dos jabalíes que han aparecido, casi simultáneamente, en Madrid y en Barcelona. El primero, en la madrugada de este lunes por el barrio de Tetuán, mientras que el segundo se dejaba ver en plena Avenida Diagonal. Solo unos días antes, varios pavos reales también 'se mudaban' a la capital. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Existe algún peligro para los habitantes de las zonas 'asaltadas'?

Terminará con la cuarentena

"Cuando retomemos la actividad, el comportamiento de estos animales volverá a la normalidad", pronostica Agustín López, director de Biología del Zoo Aquarium de Madrid. Hasta entonces, cuenta, es probable que continúen estas "incursiones de lo silvestre hacia lo urbano" y que otras especies, como zorros y más aves, también se sumen.

Visto en Twitter

Pero, aunque es indudable que esta situación anómala se deriva de la pandemia del Covid-19, que obliga a pisar las calles lo mínimo posible, también existen otros factores que la potencian. "Estamos en primavera; es época de reproducción y algunas especies están más activas", explica López. Y es probable que, encerrados entre cuatro paredes, "los humanos tengamos más ocasión de observar este fenómeno". Y, por tanto, que lo sobredimensionemos.

Algunos de estos ejemplares, acostumbrados a husmear en los contenedores de fábricas o restaurantes al caer la noche, no encuentran allí su 'menú' habitual y se aventuran un poco más en busca de algo que llevarse a la boca. "Por eso, la mayoría de los animales que estamos observando en las ciudades pertenecen a especies que comen un poco de todo".

Sin embargo, Agustín descarta que esta situación pueda convertirse en un problema de salud. "Damos por hecho que la duración del confinamiento no será suficiente como para crear un hábito en estas especies", indica. "Y cuando volvamos a la actividad y detecten nuestra presencia, cesará; así que no llegaremos a tener contacto con ellos".

Este particular 'jumanji' no solo está sucediendo exclusivamente en nuestro país. En varias ciudades de Japón han aparecido centenares de ciervos, una situación que también ha tenido su réplica en Reino Unido. A finales de marzo, un grupo de patos se paseó por una céntrica plaza de París. En Tailandia han aparecido decenas de monos en busca de comida y en las urbes norteamericanas de San Francisco y Carolina del Sur se han podido fotografiar coyotes y caimanes; respectivamente.

Pero, sin duda, la imagen más impactante ha tenido lugar en Santiago de Chile, donde se han grabado a varios pumas por las calles y a un grupo de cóndores en las azoteas de varios edificios habitados. Casi nada... pero nada apunta a que este fenómeno se mantenga una vez cese la cuarentena.

Coincide con este pronóstico Theo Oberhuber, experto en conservación de la biodiversidad y miembro de Ecologistas en Acción. "Ver a jabalíes en zonas periféricas de Barcelona ya había sucedido otras veces", indica. "Son animales que se mueven en zonas periurbanas, en los límites de las ciudades, y que ahora, ante la falta de presencia humana, aguantan más tiempo por las calles e incluso hacen recorridos mayores", explica.

Visto en Twitter

Oberhuber recalca que, por el momento, no hay datos oficiales que aclaren si hay o no un incremento de esta situación y también avisa de que las redes sociales pueden sobredimensionarla. "El corzo que ha sido visto correteando por Valladolid oye un ruido y se asusta y, desorientado, acaba metiéndose aún más hacia el centro de la ciudad, sin saber hacia dónde va".

El ecologista pide a quienes vean animales por sus barrios que no les arrojen comida, ya que son especies que no están acostumbradas al contacto humano y pueden reaccionar agresivamente si se ven amenazadas. Además, exige que "determinados colectivos, con unos intereses concretos, no utilicen estas grabaciones, descontextualizadas, para justificar que es necesario más control de estas poblaciones silvestres mediante la caza".

¿Y las plantas?
La ausencia —o la reducción— de la actividad humana también tiene efectos sobre las plantas. Y, por ende, sobre los animales que habitan dichas zonas. "El parón en la actividad productiva está provocando consecuencias positivas y negativas a la flora", expone Mireia Llorente, investigadora en el ámbito de las ciencias agroforestales de la Universidad de Extremadura.

Entre los primeros, la reducción del uso de pesticidas e insecticidas, que "trae efectos beneficiosos sobre algunas especies, como las abejas", así como una menor contaminación tanto del aire como de los cauces de los ríos. Y entre los segundos, la paralización de la ganadería extensiva, lo que perjudica a la economía agropecuaria rural y a hábitats de enorme biodiversidad, como la dehesa, donde el desarrollo vegetal está intrínsecamente ligado al comportamiento de la fauna.


Cabras en una plaza de Chinchilla, Albacete

Sin embargo, Llorente descarta que los parques y jardines de las ciudades vaya a descontrolarse como si de un paisaje postapocalíptico se tratara. "La mayor parte de las podas ya están hechas —suelen finalizar en invierno— y los cuarenta o cincuenta días de cuarentena incluso podrían potenciar los efectos beneficiosos de las zonas verdes urbanas".

Y el cese en las actividades cinegéticas en el campo, así como la reducción de desplazamientos por carretera, también favorece a la fauna, evitando atropellos y favoreciendo su apareamiento.

Queda claro que la pandemia del Covid-19 no solo ha afectado al comportamiento del ser humano. Mientras buena parte de la Humanidad evita poner el pie en calles y plazas, algunos ciervos, zorros, osos y jabalíes se han encargado de ello. Eso sí, esta imagen quedará como una mera anécdota cuando la cuarentena sea un mal recuerdo en nuestra memoria. Con el regreso de la actividad económica a los niveles habituales, dejaremos de ver animales salvajes por las ciudades. Entonces, los que pisarán el asfalto serán neumáticos de coche, ruedas de bicicleta y zapatos tipo Oxford; no pezuñas.

Fuente: El confidencial

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